Lección 5: Multiplicar – Hacer discípulos que hagan discípulos

Tema: Reproducir tu fe en otros
Versículo clave: “Id y haced discípulos de todas las naciones…” Mateo 28:19
Imagina si los primeros discípulos de Jesús hubieran decidido guardar todo lo que aprendieron para sí mismos. ¿Qué habría pasado si Pedro y Juan hubieran seguido a Jesús pero nunca hubieran compartido el evangelio con otros? El movimiento se habría extinguido en una generación. Pero no se lo guardaron para sí mismos, lo transmitieron. Por eso estás aquí hoy. Porque alguien,
en algún lugar, dijo «sí» al llamado a hacer discípulos .

La última instrucción de Jesús no fue una sugerencia, sino una misión: «Vayan y hagan discípulos de todas las naciones» (Mateo 28:19). Esto no es solo para pastores o misioneros, sino para todo seguidor de Cristo. El discipulado no termina al recibir la enseñanza, sino que continúa al enseñar a otros. Este es el modelo de multiplicación que Jesús usó: discipular profundamente a unos pocos y luego enviarlos a hacer lo mismo.

No necesitas ser un experto para discipular a alguien. Solo necesitas estar un paso adelante y tener una gran disponibilidad . Recuerda, Jesús no eligió eruditos, sino
pescadores. Lo que más importaba no era su formación, sino su disposición para seguir y compartir.

Hacer discípulos comienza con relaciones significativas . ¿A quién ha puesto Dios en tu vida para que le brindes apoyo espiritual? Quizás sea alguien con poca fe, un amigo curioso o un nuevo creyente. Empieza por orar por ellos, escucharlos y simplemente acompañarlos en su camino.

El discipulado no se trata de impartir una clase, sino de compartir tu vida, tu historia y la Palabra de Dios. Puede suceder tomando un café, durante un paseo o en tu casa. La clave es la constancia. Con el tiempo, estas pequeñas inversiones echan raíces profundas en la vida de otra persona.

Y aquí radica la belleza: al discipular a otros, tú también creces . Enseñar a alguien más te desafiará, fortalecerá tu fe y te recordará que Dios usa a personas comunes y corrientes para propósitos eternos. Hacer discípulos no es una carga, sino una alegría. Es para lo que fuiste creado.

Así que pregúntate: ¿quién caminará con Jesús porque tú caminaste con ellos? ¿Quién conocerá la Palabra de Dios porque tú se la abriste? El discipulado no termina contigo; se multiplica a través de ti.

Conclusiones clave:
Todo discípulo está llamado a hacer discípulos.
No se necesita perfección, solo intención, humildad y amor.
La multiplicación se logra mediante una inversión constante en las relaciones.
Pasajes bíblicos para leer juntos:
Mateo 28:18–20;
2 Timoteo 2:2;
Colosenses 1:28–29;
Lucas 10:1–9
Preguntas de reflexión:
1. ¿Por quién podrías empezar a orar como discípulo potencial?
2. ¿Qué te impide discipular a otra persona?
3. ¿Qué pasos prácticos podrías dar esta semana para iniciar esa relación?
Práctica espiritual:

Dibuja un sencillo «mapa de discipulado». Escribe tu nombre en el centro y luego traza líneas hasta 2 o 3
personas en las que podrías invertir espiritualmente durante el próximo año. Ora por cada nombre.

Versículo para memorizar:
«Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones…» Mateo 28:19