¿Qué pasaría si treinta personas en Fairlane se comprometieran a discipular a una persona durante un año? No se trata de predicar, ni de intentar cambiarla, sino simplemente de acompañarla, leer las Escrituras, orar, animarla y estar presente. Imaginen que, al cabo de un año, cada uno de esos treinta discípulos discipulara a otra persona. ¿Qué sucedería? En dos años: 30 se convierten en 60. En tres años: 60 se convierten en 120. En cinco años: más de 500 personas forman parte de una creciente red de discipulado. La esencia misma de nuestra iglesia y comunidad cambiaría.
Hoy concluimos nuestra serie con una pregunta audaz: “¿Y si lo hiciéramos de verdad?”
No solo escuchar los sermones, no solo leer los blogs, sino involucrarnos de lleno en la visión de hacer discípulos. ¿En qué se podría convertir Fairlane?
Multiplicación: La Iglesia que Jesús imaginó
Jesús no dejó un edificio. Dejó un movimiento. Un movimiento impulsado por hombres y mujeres que amaban a Dios, obedecían su voz y hacían discípulos que a su vez hacían discípulos. La multiplicación no es opcional, es bíblica. El efecto dominó de un discípulo que invierte en otro no es accidental, sino intencional. Como explica el artículo: «Como líder, tu objetivo no es solo discipular a individuos, sino ver a esos individuos invertir en otros, creando una reacción en cadena de multiplicación». Esta es la cultura que estamos construyendo en Fairlane: una iglesia donde cada creyente se convierte en un multiplicador y cada relación tiene el potencial de un crecimiento exponencial. Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la mayor de las hortalizas y se convierte en árbol…» (Mateo 13:31-32). Jesús nos enseñó que el impacto del reino comienza pequeño, pero no se queda así. La multiplicación no es solo una estrategia, sino la esencia misma de la visión de Jesús para la iglesia. Como nos recuerda el Equipo Disciple First, «Jesús no solo quería seguidores, sino formadores de discípulos que a su vez formaran a otros formadores de discípulos». Esta visión invita a Fairlane a ir más allá de la asistencia pasiva y a abrazar la labor activa y relacional de reproducir discípulos.
En las últimas cinco entradas del blog hemos expuesto la teología, los obstáculos, la estructura y el camino del discipulado. Ahora es el momento de imaginar qué sucedería si lo pusiéramos en práctica.
Visión de proyección: Una iglesia de multiplicadores
Imaginemos el futuro, dentro de cinco años. Cada miembro discipula a alguien; imaginemos una iglesia donde nadie se quede al margen. Jóvenes y mayores, introvertidos y extrovertidos, todos comprometidos con la formación de discípulos a través de las relaciones.
- Reuniones de abuelos con parejas jóvenes
- Adolescentes que sirven de mentores a estudiantes más jóvenes
- Parejas casadas caminando con solteros
- Hombres y mujeres reunidos tomando café, estudiando la Palabra de Dios y orando.
Fairlane se convierte en un lugar donde todos saben cuál es su próximo paso y en quién están invirtiendo.
Los ministerios se alinean en torno a la misión
Ahora, imaginemos ministerios alineados, no compitiendo, sino colaborando.
- El Ministerio Juvenil capacita a los adolescentes para discipular a los niños más pequeños.
- El ministerio infantil colabora con los padres en la formación de discípulos en el hogar.
- Los grupos pequeños multiplican intencionalmente a sus líderes y se reproducen.
- Los domingos por la mañana son para celebrar, pero el verdadero trabajo se realiza en hogares y cafeterías durante toda la semana.
Esta es una iglesia donde la formación de discípulos no es un departamento, sino la cultura.
Las misiones locales y globales se nutren del discipulado.
Nuestros socios globales prosperan porque Fairlane no solo envía dinero, sino que envía discípulos capacitados. A nivel local, no solo «servimos a la ciudad» una vez al año, sino que enviamos discípulos a aulas, hospitales, centros de trabajo y comunidades a diario. El discipulado se convierte en el motor de las misiones, no solo en el preludio: «¡Miren, estoy haciendo algo nuevo! Ya está brotando; ¿acaso no lo ven?» (Isaías 43:19). Dios siempre está dispuesto a hacer algo nuevo. La pregunta es: ¿lo estamos nosotros?
Dos pasos prácticos para comenzar
Soñar es importante. Pero los sueños sin acciones son solo deseos. Si Fairlane realmente quiere convertirse en una iglesia que forme discípulos, debemos comenzar con estrategia y oración.
- Poner en marcha un equipo de visión de discipulado
Este pequeño equipo hará lo siguiente:
- Reciba capacitación en la visión bíblica y el proceso de formación de discípulos.
- Comienza a poner en práctica el modelo (2-3 personas por mentor).
- Sirven como la “primera ola” de la nueva cultura de Fairlane
- Proporcione comentarios y testimonios a medida que comience la multiplicación.
- Ayudar a definir la estrategia a largo plazo para su implementación en toda la iglesia.
No hace falta ser perfecto. Basta con tener voluntad. Como los primeros discípulos, este equipo se convierte en la chispa que enciende la llama.
- Iniciar grupos piloto de discipulado
No esperes a la perfección. Empieza con algo pequeño y sencillo.
Comience con algunos grupos piloto de diferentes grupos demográficos:
- Grupos de hombres
- Parejas de mentoras
- Tríadas universitarias o de adultos jóvenes
- Grupos de estudio padres-hijos
Cada grupo deberá reunirse semanal o quincenalmente para:
- compromiso bíblico
- Oración
- Responsabilidad de vida
- Obediencia y aplicación
- El objetivo es multiplicarse en 6-12 meses.
Que sea accesible, con muchas relaciones y guiado por el Espíritu.
El árbol de bambú
Consideremos el bambú chino. Plantas la semilla. La riegas. Esperas. Y durante cinco años, no ves nada. Ni siquiera un brote. Luego, en el quinto año, crece 27 metros en seis semanas. ¿Fue un crecimiento repentino? ¿O el sistema radicular estuvo creciendo desde el principio?
Este es el poder del discipulado paciente y deliberado. Quizás no veamos resultados espectaculares el primer año, pero si sembramos, regamos y cuidamos con fidelidad, el crecimiento llegará. La cultura cambiará. El fruto se multiplicará. Y cuando llegue el momento decisivo, será evidente: Dios lo hizo.
Los primeros 6 meses: Un ejemplo de hoja de ruta
Crear una cultura de discipulado no se logra de la noche a la mañana, pero puede comenzar con pasos intencionales. Los primeros seis meses se dedican a construir una base sólida mediante la capacitación de líderes clave, la puesta en marcha de pequeños grupos piloto y la alineación de la iglesia en torno a una visión compartida. A continuación, se presenta una hoja de ruta sencilla y adaptable para ayudar a Fairlane a pasar de la inspiración a la implementación:
Mes 1
- Reclutar de 10 a 15 líderes para el Equipo de Visión de Discipulado
- Comience la capacitación utilizando herramientas sencillas (por ejemplo, “¿Qué es un discípulo?”, “¿Cómo dirigir una tríada?”).
- Enseñar sobre la formación de discípulos desde el púlpito
Meses 2–3
- Poner en marcha de 3 a 5 grupos piloto de discipulado
- Comienza cada domingo con la narración de historias (testimonios de 1 minuto).
- Brindar apoyo y oración a los líderes.
Meses 4–6
- Evaluar los aprendizajes de los grupos piloto
- Organiza una “Celebración para Hacer Discípulos” el domingo.
- Invitar a toda la iglesia a unirse a la Fase 2 del lanzamiento del grupo
- Identificar líderes de segunda generación
La clave del éxito no está en el crecimiento rápido, sino en la obediencia reproducible.
Un llamado a la familia Fairlane
Si nos has acompañado en este recorrido de 6 blogs, gracias. Pero leer no es el objetivo, sino responder. Este es tu momento para pasar de soñar a actuar. ¿Te unirás a un grupo piloto? ¿Considerarás unirte al Equipo de Visión? ¿Te comprometerás a discipular a una sola persona este año? No subestimes el poder transformador de un año de obediencia. Podrías ser la chispa que encienda la llama en Fairlane.
Palabras finales: Seamos la Iglesia que Jesús imaginó
Jesús no dijo: «Vayan y reúnan multitudes». Dijo: «Vayan y hagan discípulos de todas las naciones…» Mateo 28:19. Esta no es una estrategia de moda para el crecimiento de la iglesia. Es el llamado de Cristo a cada creyente, a cada iglesia, a cada generación. Fairlane tiene la vocación. Ahora tenemos la visión. Pongámosla en práctica. Seamos la iglesia que Jesús imaginó. Construyamos una cultura de discipulado. Comencemos hoy.
