El poder de una ruta despejada
Imagínese esto: cada miembro de Fairlane, no solo los ministros, no solo los creyentes experimentados, sino cada hombre, mujer y adolescente, sabía exactamente en qué punto de su camino espiritual se encontraba y exactamente cómo ayudar a otra persona a crecer en el suyo.
- Se acabó adivinar.
- Basta ya de esperar que los programas de alguna manera contribuyan al discipulado.
- Basta de vagar con buenas intenciones pero sin rumbo fijo.
Así como un sistema GPS guía a un conductor, mostrándole dónde está, adónde va y qué giros tomar, muchas iglesias envían a las personas a su camino espiritual sin un mapa. Les dan una Biblia, una sonrisa y tal vez una camiseta, pero ninguna guía. Incluso los creyentes más apasionados se desaniman cuando no saben qué hacer a continuación. Francis Chan describe bien esta tensión: «Reducimos el discipulado a un programa preestablecido, y muchos en la iglesia terminan marginados, con una mentalidad de espectador que delega la formación de discípulos a pastores y profesionales, ministros y misioneros. Pero no debería ser así», ya que la iglesia se convierte en una entidad consumista.
Un camino de discipulado es tu GPS espiritual. Te muestra dónde estás. Te muestra qué sigue.
Y te asegura que no estás solo en este camino. Así es como un camino de discipulado a nivel de iglesia puede guiar a cada creyente hacia la madurez en Cristo. Sin tal camino, incluso las personas más apasionadas pueden desviarse o estancarse.
Esta publicación, la cuarta de nuestra serie de seis partes sobre el discipulado, presenta un plan sencillo pero poderoso para Fairlane: Conectar → Crecer → Servir → Multiplicar
¿Qué es un camino de discipulado?
Un camino de discipulado no es un programa. Es un mapa espiritual, un proceso intencional y reproducible que ayuda a las personas a avanzar desde donde están hasta donde Dios quiere que estén.
Alinea a la iglesia en torno a una comprensión compartida del discipulado. Garantiza que cada ministerio tenga un propósito. Brinda claridad a los creyentes. Y ayuda a evitar los dos extremos: el estancamiento espiritual y el agotamiento por exceso de actividades. Fairlane no necesita una docena de ministerios nuevos, necesitamos una estrategia coherente donde cada paso esté conectado.
Paso 1: Conectar – Pertenecer antes de convertirse
El discipulado comienza en la comunidad, no en el aislamiento. Antes de que las personas crezcan, sirvan o lideren, deben sentirse parte de ella. El paso de Conexión garantiza que las personas sean bienvenidas, vistas y reconocidas. Esto incluye:
- Asistir regularmente a los servicios religiosos
- Recibir un seguimiento personal como nuevos huéspedes
- Unirse a un grupo o clase pequeña de relaciones
- Participar en reuniones de nivel básico (como un almuerzo “Descubre Fairlane”)
El objetivo no es solo asistir, sino involucrarse. Este primer paso ayuda a las personas a pasar de “observar” la iglesia a ser la iglesia: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio…” Efesios 4:11-12
Paso 2: Crecer – Aprender a seguir a Jesús
El crecimiento no se produce por casualidad. Requiere entornos intencionales donde las personas puedan ser desafiadas, apoyadas y transformadas. Este paso incluye:
- Unirse a un grupo de discipulado o a una pareja de mentores
- Estudiar las Escrituras con regularidad, rindiendo cuentas
- Aprender hábitos espirituales: oración, ayuno, observancia del sábado, generosidad
- Abordar la salud emocional y relacional
Un cambio fundamental aquí es la mentoría personalizada. En grupos pequeños y reproducibles (de 2 a 4 personas), los creyentes pueden abrir sus corazones, plantear preguntas difíciles y experimentar una verdadera transformación.
Aquí es donde las personas pasan del conocimiento intelectual a la transformación del corazón. Como escribe Chan: «Hacer discípulos se trata de ver a las personas transformadas por el poder de la Palabra de Dios. Si quieres ver que esto suceda en otros, necesitas experimentar esa transformación tú mismo». Esto subraya la importancia del crecimiento personal como fundamento para multiplicar discípulos maduros. Las Escrituras en Colosenses 1:28 refuerzan el crecimiento espiritual cuando dicen: «Él es a quien proclamamos, amonestando y enseñando a todos con toda sabiduría, a fin de presentar a todos perfectos en Cristo».
Paso 3: Servir – Usar tus dones para el cuerpo
La madurez espiritual siempre está ligada a la responsabilidad espiritual. A medida que las personas crecen, se les invita a servir, no solo a recibir. Este paso ayuda a los creyentes a identificar sus dones espirituales y a encontrar un lugar donde usarlos, tanto dentro de la iglesia como en el mundo. Esto podría incluir:
- Voluntariado en un equipo dominical (recepcionistas, personal técnico, niños)
- Participar en actividades de ayuda o misiones
- Ayudar en ministerios de alimentación o de hospitalidad
- Mentorizar a otros en grupos de discipulado
- Dirigir un grupo pequeño o una clase
Pero el servicio no se trata solo de tareas, sino de identidad. Todo creyente es un ministro, no solo el personal. Y cada rol importa en el cuerpo de Cristo. “…para que el cuerpo de Cristo sea edificado hasta que todos alcancemos la unidad de la fe…” Efesios 4:13
Paso 4: Multiplicar – Reproducir discípulos, no solo voluntarios
El último paso suele ser el más olvidado, pero es el más importante. La multiplicación ocurre cuando un discípulo comienza a hacer otros discípulos. Esto no se limita a pastores ni a miembros de larga trayectoria. Todo creyente puede:
- Iniciar su propio grupo de discipulado
- Liderar una relación de mentoría
- Capacita a otros en su lugar de trabajo o en su hogar
- Compartir el evangelio en sus círculos
- Lanza expresiones ministeriales localmente o en línea
En muchas iglesias, el crecimiento se detiene en el servicio, pero Jesús nos llamó a ir y hacer discípulos (Mateo 28:19-20). Si no multiplicamos, nos quedamos cortos. La multiplicación no se trata de añadir miembros a Fairlane , sino de extender el Reino.
Herramientas clave en el camino
Para que este camino funcione, necesitaremos más que deseo; necesitamos estructura. Estas herramientas son esenciales:
- Grupos pequeños
Comunidades relacionales y bíblicas de 6 a 12 personas que se reúnen regularmente para estudiar, orar y apoyarse mutuamente. Estas son esenciales para Conectar y Crecer.
- Parejas o tríos de mentoría
Relaciones de discipulado entre personas del mismo sexo que profundizan en las Escrituras, la rendición de cuentas y la obediencia. Estas se ajustan al programa Crecer y Multiplicar.
- Formación de liderazgo
Capacitar a los líderes actuales y emergentes para que multipliquen sus conocimientos y lideren equipos o grupos saludables.
- Opciones digitales e híbridas
Se crean espacios para la formación de discípulos en línea o híbrida, mediante grupos por Zoom, mentoría por mensaje de texto y contenido en línea, para quienes están fuera del edificio pero forman parte del campo misionero. Cada una de estas iniciativas apoya el camino, no de forma aislada, sino como pasos.
El siguiente paso de Fairlane: Estructura, no solo pasión
En Fairlane no nos falta pasión. Nunca nos ha faltado anhelo. Lo que nos ha faltado es alineación, una forma de conectar nuestros ministerios, personas y pasiones en una misión unificada. Un camino de discipulado proporciona esa estructura. Ayuda a cada equipo a preguntarse:
- ¿Dónde encaja este ministerio en el camino?
- ¿Cuál es el siguiente paso para esta persona?
- ¿Estamos capacitando a las personas para que crezcan o simplemente las mantenemos ocupadas?
Este plan nos aporta claridad. Y la claridad genera confianza. No buscamos la perfección, sino la intencionalidad. Sin una ruta, las buenas intenciones se pierden. Pero con un camino definido, convertimos los momentos en acción.
El camino está listo, ¿lo recorrerás?
¿Cómo sería Fairlane si cada persona…
- ¿Sabían cuál sería su siguiente paso?
- ¿Estaba en una relación de discipulado?
- ¿Servido con alegría y claridad?
- ¿Reprodujeron su fe en los demás?
Esto no es fantasía, es visión. Y comienza con un camino.
Ya hemos identificado el problema. Ya hemos trazado el mapa.
Ahora es el momento de dar el primer paso, juntos.
A continuación: Cambio cultural: de asistentes a formadores de discípulos
En la próxima publicación, exploraremos qué sucede cuando este camino deja de ser un plan y se convierte en nuestra cultura. Aprenderemos a pasar de la participación pasiva a la formación activa de discípulos en todas las generaciones y ministerios.
